Esperanza Muñoz, la “Monita” (Natalia Oreiro), es boxeadora. Su manager y novio es el Quique (Carlos Belloso). Ambos viven en el mismo conventillo de La Boca junto a la madre de él, Nieves (Dalma Milebos) “Monita” está harta de la manera en que Quique maneja su carrera pugilística. Para colmo de males, en una de las peleas siente dolor en una de sus muñecas y el médico que la atiende le confirma una triste noticia: no podrá boxear por un tiempo. Este hecho desencadena en una nueva discusión con su pareja, acerca de cómo van a mantenerse económicamente. Y “Monita” toma una decisión:buscará trabajo de cualquier otra cosa mientras esté alejada del ring.
Casi en la otra punta del espectro social está Martín Quesada (Facundo Arana), un joven y poderoso empresario de bienes raíces, ex corredor de Fórmula 1. Heredó de su padre una importante corporación y él la terminó de convertir en un imperio. Su hombre de confianza es Alfredo (Alejandro
Awada) También está Mercedes (Claudia Fontán), su secretaria incondicional.
Pero tiene un primo, Miguel (Marcelo Mazzarello), que lo envidia y lo único que desea en la vida es quedarse con todas las posesiones de Martín, incluso con su novia Constanza (Carla Peterson), una chica un poco frívola cuyo solo interés es que Martín la lleve al altar, cueste lo que cueste.
Martín ya estuvo casado una vez, pero su joven y hermosa esposa murió en un accidente de aviación. Este hecho trágico lo alejó también de las pistas, su gran pasión. Su temprana viudez lo ha llevado a entablar relaciones con otras mujeres, pero sin comprometerse demasiado; sin embargo, en su fuero más íntimo él siente el llamado de una familia. Ni su trabajo full time, ni su novia, ni su afición por el automovilismo parecen completar su vida. En este afán de descubrir una respuesta colabora activamente con su amiga Teresa en una fundación que ayuda a niños desamparados.
También la “Monita” busca algo que le dé un giro a su vida. Kimberly (Fabiana García Lago), una chica del conventillo, le comenta que en su trabajo hace falta una empleada. Con un vestido que le prestan y bastante maquillada para la ocasión, se presenta en las oficinas de Martín donde están buscando gente. El destino hace que “La Monita” y Martín se crucen en la entrada del edificio: ella va a mantener su entrevista laboral y él, camino a la fundación. No se dirigen la palabra, pero el cruce de miradas lo dice todo. Algo surge inmediatamente entre ellos.